En este tiempo en el que todo son derechos y más derechos, donde parece que todo nos es debido, qué importante es educar en el agradecimiento.

El agradecimiento surge de mirar más allá de uno mismo y de reconocer en el otro una acción que podía no haber tenido lugar.

El agradecimiento surge de la bendición. De decir bien. Hace que no estés enfadado todo el rato.Te ayuda a ver lo bueno de las cosas, de las demás personas.

Y ¿cuándo hemos de dar las gracias? vale, los coches se han de parar en un paso de cebra, pero por qué no le das las gracias al conductor que te deja pasar? y¿por qué pasas sin mirar? si a lo mejor no te ha visto. Madre mía, pero si de toda la vida cuando vas por la acera y llegas a la puerta de un garage, ¿no te parabas? las madres, a parte de que «cruces cuando esté el señor verde», con lo que te machacaban era con «no pases el garage sin mirar», y ahora, ojito, que cuando sales por la rampa y pitas para avisar de que hay un coche que eres tú, Dios mío la mirada del peatón, que por supuesto no ha hecho ni amago de pararse a echar un vistazo. Luego nos miramos, somos conscientes de la presencia del otro, y el conductor, claro que sí, le deja pasar, pero antes, miramos ¿no? y cuando pasamos, damos las gracias con un gesto. Y todos contentos.

Hay montones de oportunidades al día para educar en el agradecimiento. Además, es algo que se contagia. Si los papás somos agradecidos, nuestros hijos aprenderán a serlo.

Y es que en este caso, me temo que los educadores estamos metiendo la pata hasta la coronilla sin darnos cuenta.

Hemos generado muchos derechos en los hijos. Y esto es la manifestación de un grave problema, porque el centro de gravedad está cambiado. El niño se ha convertido en el centro del universo, tiene derecho a todo. No conoce el valor del esfuerzo, porque entre otras lindezas, no lleva ni siquiera su mochila,¡la llevan los papás o los abuelos!.

  1. Si hacemos todo por ellos, les hacemos un flaco favor. No pasa nada si le «pesa». No sabemos qué le deparará la vida a nuestros hijos, así que estas pequeñas piedrecitas les están preparando para situaciones que nosotros, los padres no podemos saber.

2. Hacer algún encargo en casa es fabuloso, porque aprenderán lo que cuesta hacer las cosas. En casa nadie se ríe del trabajo de nadie. Todo trabajo es digno y han de aprender a valorarlo.

3. Pero para ser agradecido, es preciso pedir las cosas por favor. Siempre por favor, y siempre gracias. Es mágico: si usamos estas dos palabras, se te abren puertas increíbles, además de que generaremos un buen ambiente que a su vez moverá buenas actitudes y así sucesivamente.

Claro que el niño ha pagado billete y tiene «derecho» a sentarse en el autobús, pero si cede el sitio a una persona mayor, por ejemplo, puede que esté más cansado, pero estamos formando un hombre con todas las letras. Es más, nosotros le  diremos al crío:»deja a esa señora que se siente», y él lo hará de mil amores. Cuando nosotros no estemos con él, le saldrá solo, y no me digáis que no es encantador encontrar a un niño bien educado. En los tiempos que corren, esto vale oro.

4. Un problema es saturarlos de gratificaciones. No hace falta que cuando saquen buenas notas les compremos un regalo, en realidad es su obligación. Si subimos tanto el listón, luego todo les parecerá poco. Y es que ahora no sabes qué regalar, lo tienen todo.

5. Pedir perdón a nuestro cónyuge, a nuestra madre, a nuestro jefe, a nuestro hijo. ¡Ay a nuestro hijo! Esto también genera agradecimiento. No somos conscientes del bien que les hace a los hijos que sus padres les pidan perdón. Y lo que más del mundo les ayuda y edifica, no es que los papás no discutan, no. Es que se pidan perdón y se perdonen (que son dos cosas distintas).

6. Observar la naturaleza, las montañas, bañarse en el río….levantar la mirada.

7. El ejemplo es fundamental. Y la gratuidad de lo que hacemos, también. Es decir: una clave fundamental para educar, es hacer las cosas sin esperar nada a cambio, gratis.

Creo que no me equivoco al afirmar que todos somos desagradecidos en una medida o en otra, y cuando nos convertimos en padres, empezamos a darnos cuenta de lo que nuestros padres han hecho por nosotros, y valoramos mucho más cosas que antes ni siquiera sabíamos que existían.silueta de familia jugando en la playa 1160 596 - Educar en el agradecimiento: 10 claves.

Es bueno observar las cosas con esta distancia. Con la paciencia de los años.

8. El agradecimiento se educa desde que son pequeños. En las cosas cotidianas, que aparentemente no son importantes.

Guardar la ropa planchada que mamá ha dejado con cuidado encima de la cama, para que no se arrugue, puede ser un síntoma de agradecimiento, porque valoro el esfuerzo de la persona que me ha planchado la ropa con tanto primor y cariño.

Comérselo todo, nos guste o no nos guste. («Las judías puedes comértelas de dos formas: con gusto y sin gusto, pero te las comes», como diría el profesor Don Julio Tudela Cuenca)

Si vamos al cumple de algún amiguito, le llevamos un regalo porque nos ha invitado, y estamos muy contentos porque es su día, pero somos agradecidos y le llevamos un regalo.

Ellos también ven cuando vamos a cenar a casa de alguien y aunque nos ha dicho que no hace falta que traigamos nada, le llevamos unas flores, o unos bombones por cariño y agradecimiento. Esto es educar con el ejemplo.

9. Ayudar a que se hagan favores entre los hermanos, por ejemplo, que se intercambien el turno de recogida de la mesa. Porque hacer algo por alguien y que lo hagan luego por ti, también es agradecimiento.

10. Cuidar a los abuelos, ir a verles, escuchar sus batallitas, claro que sí, por agradecimiento. Y no estoy hablando de deudas afectivas que generan esclavitudes. Hablo de libertad, de amor, en definitiva, de agradecimiento.

¡Gracias!

 

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